En la página web del Ministerio de Hacienda se han publicado unas consultas previas sobre la creación de dos nuevos impuestos medioambientales, el primero destinado a gravar el uso del tráfico aéreo, y el segundo relativo a los plásticos de un solo uso en productos alimenticios.
El Ministerio de Hacienda lanzó ha lanzado su ofensiva sobre los impuestos medioambientales iniciando el procedimiento para crear dos nuevos tributos: uno sobre los envases de plástico de un solo uso y otro sobre el transporte aéreo.
La propuesta de aplicar estos nuevos gravámenes arrancó con el trámite de someterlos consulta pública para que las organizaciones potencialmente afectadas por estos impuestos y cualquier ciudadano puedan hacer comentarios y aportar ideas a través de este procedimiento, que pretende "abrir un debate" sobre la fiscalidad verde.
En ambos casos, se persigue frenar el potencial riesgo a la salud que causa el incremento en su uso indiscriminado y ajustar la fiscalidad medioambiental española a la media del resto de Estados miembros de la Unión Europea.
IMPUESTO SOBRE LOS PLÁSTICOS DE UN SOLO USO
En España la producción de envases de un solo uso se ha incrementado en un 60% desde 1997, fecha de la primera regulación en esta materia, constituyendo un grave riesgo medioambiental pues la mayoría de estos envases no suelen ser reciclados y se convierten en basura dispersa, que frecuentemente forma parte de los cientos de miles de toneladas de plásticos que cada año acaban en el mar en las costas de la UE.
El gravamen pretende por un lado modificar la industria fomentando la reutilización de los envases y la investigación en productos sustitutivos respetando siempre las prácticas correctas de fabricación sin comprometer la seguridad alimentaria o las propiedades de los productos. Por otro lado, se busca una reducción del consumo de este tipo de envases, y por tanto una reducción de los residuos y a su vez de los costes de gestión de los mismos.
Frente al sistema de incentivos, que según la consulta previa tiene un menor impacto una vez alcanzado el umbral perseguido por la norma, al desparecer el incentivo para seguir mejorando, un Impuesto que grave dichos productos constituye una medida más eficaz para la consecución de los fines.
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IMPUESTO SOBRE EL TRÁFICO AÉREO
El tráfico aéreo se ha duplicado desde 1990, y se estima que se triplicará en los próximos 30 años, lo que incide no solo en la emisión de gases invernadero, sino en la emisión de otros productos contaminantes en la atmósfera, constituyendo un riesgo para el cumplimiento de los objetivos del Tratado de París.
Las medidas aprobadas hasta ahora en el marco nacional y comunitario no han sido suficientes para limitar el crecimiento de las emisiones en el sector, haciendo necesario el establecimiento de medidas adicionales.
Los principales objetivos de la norma son fomentar la utilización de medios de transporte más ecológicos, incentivar la investigación de nuevas tecnologías y carburantes menos contaminantes, y, compensar la recaudación derivada del Impuesto con una minoración en otros impuestos más distorsionantes, logrando un beneficio adicional en términos de bienestar.
Entre las medidas, se contempla aplicar el gravamen sobre el queroseno a toda la navegación aérea, pues actualmente únicamente resulta gravada la navegación aérea de recreo, estando exenta el resto, si bien se trata de una medida inviable a corto plazo, pues requiere establecer acuerdos bilaterales son cada Estado miembro para poder gravar este combustible en los vuelos intracomunitarios. Esta medida no se aplicaría a los vuelos extracomunitarios.
Dada la inviabilidad a corto plazo del gravamen sobre el queroseno, el documento estima como medida más eficaz para la consecución de sus fines el establecimiento de un impuesto sobre el uso del transporte aéreo.
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